Resumen |
El Internet de las cosas (IoT, por su acrónimo en inglés) representa la evolución radical del Internet actual a una red interconectada de ‘objetos inteligentes’ que colectan información del medio ambiente (sensado) e interactúan con el mundo físico (actuación, comando y control) y utilizan el Internet para proveer servicios de transferencia, análisis, aplicaciones y comunicación de la información. Se estima que actualmente existen alrededor de 18 mil millones de dispositivos conectados a Internet. Más aún, existen predicciones de que para el 2020 existirán un poco más de 50 mil millones de dispositivos o “cosas” conectados a Internet. El IoT es un habilitador de aplicaciones tales como ciudades inteligentes, control de tráfico inteligente, sistemas de salud inteligente, distribución de energía inteligente y muchos otros sistemas a los que les podemos añadir la palabra “inteligente”. Estos sistemas sin duda persiguen mejorar nuestra calidad de vida. Sin embargo, como en muchos casos anteriores, todo avance tecnológico conlleva beneficios, responsabilidades y riesgos. En este caso, el inmenso número de dispositivos, produciendo, comunicando y procesando información, conforman un hoyo negro en términos de seguridad. En este contexto, existen muchas preguntas abiertas. ¿Podría alguien “hackear” mi auto y controlarlo de manera remota? ¿Podría mi administrador de insulina automático recibir un comando remoto de administrarme toda la insulina que pueda? ¿Podría alguien en todo momen |